Romanos

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Romanos
La epístola a los Romanos

1. Introducción

La carta de Pablo a los Romanos es la más famosa y ha jugado un rol trascendental en la vida de muchos líderes de la iglesia. Podemos pensar en Agustín, Martín Lutero, Juan Wesley y Karl Barth. Es la carta que, aunque no tenía el objetivo dar ‘una teología sistemática', nos brinda un resumen de los pensamientos teológicos del Apóstol Pablo.

2. Contenido

Si la carta es una introducción de parte de Pablo para que la iglesia le conozca, entonces podemos decir que uno de sus propósitos fue dar a conocer el evangelio que Dios le ha comendado (1,1-5) y protegerlo contra malentendidos, frutos de una reminiscencia legalista judía. El contenido del evangelio es el poder salvador que tiene: la justificación de los impíos, tanto de judíos como de gentiles (1,16). Fuera del evangelio no hay camino hacia la salvación. Pablo, así lo enfatiza, tanto para los gentiles (1,18-32) como para los judíos (2,1-3,8). Para ambos hay una sola solución, la de Dios: el sacrificio de su Hijo (3,1-20 y 21-30). La justicia de Dios es un regalo que también está destinado para los gentiles. Abraham (la figura ejemplar para los judíos) creyó en el Señor antes de haber recibido la señal del pacto de Dios, la circunsición. Por lo tanto, también ahora, los gentiles pueden recibir los frutos del sacrificio de Jesucristo sin haber sido circuncidados.

  En el capítulo 5,1-11, Pablo habla de las bendiciones que trae la justificación: la paz con Dios y la plena certeza de la gloria futura. El apóstol recalca esta certeza al comparar a Adán y Cristo como tipo y antitipo. Adán introdujo el pecado y como consecuencia la muerte y la condenación, en cambio Cristo trajo la justificación, la restauración y la vida eterna.

  En los capítulos 6 y 7, Pablo refuta algunos argumentos, sobre todo de parte de los judíos, en cuanto a la objeción que al hablar de la gracia abundante, tal como lo hace Pablo, la gente recibe un fuerte estímulo para seguir viviendo en el pecado (cap. 6) y la objeción de que Pablo menospreciaría la divina ley de Dios (cap. 7). Pablo contesta que no es así, el que vive de la gracia ha muerto al pecado, el pecado no tiene dominio sobre él; sino que desde ahora en adelante pertenece a otro amo y a otro esposo: Jesús. En cuanto a la ley, ella no sirve para alcanzar la salvación, no porque tenga falencia, en absoluto, sino por nuestra naturaleza corrompida, la que nos hace imposible merecer la vida eterna a través de nuestros propios esfuerzos.

  En el cap. 8, Pablo describe cómo es la vida de aquellos que están `en Cristo', la vida bajo el control del Espíritu Santo. La vida en el Espíritu trae muchas bendiciones, puesto que a través de Él conocemos a Dios como nuestro Padre y tenemos la seguridad de la futura gloria, pese a que todavía hay muchas luchas y angustias. Sin embargo, por ser la salvación obra de Dios desde el principio hasta el fin, ella es tan segura como Dios entregó a su Hijo por nosotros.

  En los capítulos 9-11, Pablo debe decir algo del futuro del pueblo de Israel, por un lado para que los creyentes de los gentiles no se consideren por encima de los judíos, y por otro lado para mostrar que la fidelidad de Dios no es anulada por la incredulidad de los judíos. Dios se apiadará nuevamente de su pueblo.

  A continuación, Pablo saca las consecuencias prácticas de su evangelio: una vida enteramente consagrada a Dios, al servicio de Dios y al amor hacia los hermanos y los de afuera (cap. 12), la actitud hacia las autoridades, y cómo vivir con tensiones dentro de la iglesia, entre los fuertes y los débiles, es decir, entre aquellos que han experimentado la libertad en Cristo y aquellos que todavía se dejan guiar por un estilo bastante legalista (los caps. 14-15,1-13)

  Luego hace ver sus planes para el futuro: visitar a la iglesia de Roma y evangelizar el mundo occidental (España) y la ayuda que él espera de ellos (15,14-33). Por último manda saludos a la iglesia, dando algunas advertencias, para posteriormente terminar con una doxología.

3. ¿Quiénes son los lectores?

La iglesia de Roma no fue fundada por Pablo ni Pedro, pero probablemente por creyentes (¿judíos?) que vivían en Roma, pero que visitaban regularmente Jerusalén y otras partes del imperio romano donde se había predicado el evangelio y a quienes se habían convertido a Jesús. La iglesia existía probablemente en grupos de crey­entes de los judíos y de los gentiles. Casi siempre esa situa­ción crea tensiones. ¿Tenemos que seguir viviendo conforme a la ley de Mois­és, o no? Los fuertes dijeron que no, basándose en la libertad cristiana. Ellos deben haber sido cabalmente creyentes de los gentiles y aquellos de los judíos que habían experimentado más su libertad que sus hermanos judíos. Los débiles en la fe fueron aquellos creyentes de los judíos que no podían dejar la vida estricta conforme a la ley de Moisés y las muchas tradiciones que se habían formado durante los siglos.

  Pese a que Pablo no conocía personalmente la iglesia de Roma, estaba al tanto de los acontecimientos que en ella se desarrollaban. El último capítulo demuestra claramente que él se había enterado de la situación local por los muchos contactos que tenía con miembros de la iglesia de Roma. Debemos tomar en cuenta que había gente que viajaba mucho y que podía informar al apóstol del bienestar de la iglesia.

4. El propósito de la carta

Pablo quiso ya hace años visitar a esta iglesia, pero nunca tuvo la oportunidad (1,8-15 y 15,22-24 y 28). Por lo tanto, podemos entender esta carta como un medio para introducirse a los hermanos de la iglesia de Roma.

  Un segundo propósito es el pedir ayuda logística y espiritual para su viaje misionero proyectado a España.

  Además, quiere explicar en qué consiste su mensaje y deshacerse de las objeciones que ha encontrado; él sabe -por informaciones de otros hermanos- que tales objeciones también están presentes en la iglesia de Roma. ¿Mantiene Pablo lo suficiente la ley de Dios? ¿No causa su predicación de la gracia de Dios, indiferencia relativa a una vida conforme a la ley de Dios?

  Un cuarto propósito es que mediante esta carta quiere exhortar a los hermanos que se acepten mutuamente, a pesar de las diferentes opiniones con respecto al mantenimiento de mandamientos mosaicos y tradicionales.

5. Tiempo de origen

Pablo escribió esta carta probablemente en Corinto, cuando él estaba a punto de viajar a Jerusalén (compare Romanos 15,25 con Hechos 19,21 y 20,16 y 22), al final de su Tercer Viaje Misionero. La carta debe ser escrita hacia el fin del 56 o principio del año 57 d.C.

6. Conclusión

La carta a los Romanos tiene gran importancia doctrinal para la iglesia de todos los siglos. Con gran claridad se nos presenta el evangelio de pura gracia; nos habla de cómo personas que se caracterizan por su impiedad y pecado pueden ser justas por el sacrificio de Jesucristo.

  Además recibimos un discurso conmovedor acerca del plan de Dios con Israel. Ello puede protegernos contra el orgullo, como si hubiéramos ocupado el lugar de Israel. Si Dios ha eliminado algunas ramas de su propio pueblo, puede entonces hacer lo mismo con nosotros quienes no pertenecíamos al pueblo escogido.

  Por último vemos que el evangelio es el estímulo más fuerte para vivir una vida que agrada al Señor. La nueva vida, abarca todos los terrenos de la existencia misma en todas las relaciones en que nos desarrollamos.

  Más que nunca necesitamos esta carta para que vivamos del evangelio del perdón, y así también ser aptos a fin de poder presentar a otros el evangelio como el único medio de la salvación y de la esperanza al mundo.

Romanos 1,1-17

1. (1,1-6) Pablo comienza, como lo hace siempre en sus cartas, con el remitente, destinatario y bendición. El versículo 1 nos presenta tres características del apóstol Pablo:

a.   Es siervo de Jesucristo. Él se halla totalmente a disposición del Señor. El que fuera antes un enemigo del evangelio y del Señor Jesús fue convertido en un siervo de Él.

b.   Es llamado a ser apóstol. Apóstol significa: enviado, enviado para predicar el evangelio. Los apóstoles eran testigos oculares del ministerio terrenal de nuestro Señor Jesucristo y de su resurrección. El caso de Pablo se debe a un hecho particular (1 Cor. 9,1). Jesús había elegido a los doce para ser sus apóstoles. Pablo reclama que fue agregado a ellos.

c.   Es apartado para el evangelio de Dios. Es decir, por Dios; mucho tiempo antes de su llamado y conversión (Hechos 9,15), Pablo fue destinado por Dios para realizar una importante misión, la principal de su vida: anunciar el Evangelio.

Pablo enumera algunas características del evangelio en el versículo dos:

     a.    Es de Dios. Tiene su origen en Él. No fue `inventado' por Pablo, sino por Dios. Él buscó un camino por el cual podemos ser salvos, enviando a su propio Hijo.      

b.   Él lo había prometido antes por sus profetas en las Santas Escrituras. El evangelio no es un mensaje de última hora opuesto a las Escrituras del Antiguo Testamento. No, tiene el pleno apoyo de ellas, en las cuales se indica a Jesús como el Hijo del Hombre (Dan 7) y el Siervo de Jehová (Isaías 53). Tanto las Escritu­ras como los apóstoles testifican de la misma Persona: Jesús.

c.   Su tema central es la persona de Jesucristo. Aparte de Él, no existen buenas nuevas, ya que Él es el único camino que nos lleva a Dios. Pablo dice acerca de Jesucristo:

      "Que era del línea de David según la carne". El es el Salvador prometido; el hijo de David, el Mesías; pero también el Hijo de Dios.

      "Que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad por la resurrección de entre los muertos". Los dos títulos (descendiente de David e Hijo de Dios) nos indican a Jesús en su humillación y en su exaltación y divinidad. Pablo no quiere decir que a través de la resurrección Él fue Hijo de Dios, sino que por medio de ella fue manifiesto como tal. El evangelio es un gran evangelio; éste trata del Hijo de Dios, que triunfó sobre el diablo, nuestros pecados y la muerte. Así que esta persona tan importante es Jesús (una persona histórica), el Cristo (el Mesías prometido), el Señor exaltado, quien reina para siempre.

d.   Los destinatarios del evangelio. Está dirigido a todas las naciones. Pablo llama a su apostolado (= su vocación para ser apóstol) una gracia; es un gran privilegio poder predicar el evangelio. Del v.6 podemos desprender que la mayoría de los miembros de la iglesia de Roma pertenecían a los creyentes de los gentiles. El evangelio debe ser predicado en todo el mundo. La misión de la iglesia abarca a todas las naciones.

e.   El propósito del Evangelio. Es "la obediencia a la fe". La única respuesta adecuada al llamamiento de Dios es obediencia, la que consiste en fe en la obra salvadora de Cristo. La iglesia de Roma ha respondido a este llamado y ahora pertenece a Jesucristo. Pertenecer a Él es glorioso, pues Él se constituye en nuestro Salvador tanto en vida como en la muerte.

f.    El fin último del evangelio es la gloria de su nombre. "Por (amor de) su nombre". El último fin de la predicación no es la conversión de los gentiles, por importante que sea, sino la gloria de Jesucristo. Pero es precisamente a través de la conversión que el Señor es glorificado.

* El gran privilegio de ser llamado para pertenecer a Jesucristo, incluye nuestra vocación al servicio de nuestro Dios y Salvador.

2. (1,7-15). Después de haberse presentado, se dirige a sus lectores: "A todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos". Pablo dice entonces de ellos que son:

a.   Amados de Dios. Desde la eternidad para ser sus hijos.

b.   Tienen el propósito de ser santos. Consagrados al Señor, tal como era el destino de Israel.

c.   Son los recipientes de la bendición de Dios: Pablo les desea a todos gracia y paz, las dos palabras claves del evangelio del perdón.

  Pablo da gracias al Señor por ellos. El hecho de que haya una iglesia en Roma, ha significado la extensión del Evangelio a otros lugares (v. 8). Esto es motivo de gran alegría. Por otro lado, Pablo también está orando por ellos. Lo hace siempre y en todo momento (v. 9). Humildemente hace la petición de que Dios abra el camino para poder estar con ellos (v. 10). Es su gran deseo visitar a esta iglesia, porque aunque la parte oriental del mundo ha escuchado el evangelio, la parte occidental todavía no. Así Pablo podría usar la capital del imperio romano como punto de partida para evange­lizar la parte occidental de este imperio. Pero al mismo tiempo anhela fortalecer a esta iglesia. Por esta razón escribe su carta a fin de visitar a la iglesia de Roma. Su visita no significará sólo una bendición para la iglesia, sino también para él mismo: "Porque deseo veros, para comunicaros algún don espiritual, a fin de seáis confirmados; esto es, para ser mutuamente confortados por la fe que nos es común a vosotros y a mi (1,11 y 12)." Es importante atender al hecho de que Pablo es lo suficiente humilde para no sólo ser de bendición, sino también para recibirla en un proceso de mutua consolación. La frase "comunicaros algún don espiritual" se refiere a su enseñanza y exhortación por las cuales la iglesia será edificada.

  El motivo por el que todavía no la había visitado no significa que tuviese falta de interés para hacerlo. ¡Al contrario! Era otra la causa que impedía que esto se realizara: Esa era su gran tarea, su `deuda' a griegos y no griegos para entregarles el evangelio.

* Es necesario que entreguemos el evangelio, pero al mismo tiempo necesitamos la comunión de los santos.

 3. (1,16-17) La razón principal por la cual Pablo está tan ansioso de predicar el evangelio en todo el mundo y por ende también en la metrópoli de Roma, es la grandeza del evangelio: "No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salva­ción a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego". A pesar de que para los judíos, el evangelio es `tropezadero' y para los gentiles `locura', no se avergüenza de él, porque ha experimentado personalmente su enorme poder transformador. Pablo nos dice que el evangelio es:

a.   Es poder de Dios para salvación. El evangelio nos revela el amor de Dios, que en grandeza libra a los hombres de la ira venidera; él nos habla del perdón de los pecados y de la visión de la vida eterna en la gloria de Dios, que los creyentes reciben de Él.

b.   Es amplio. Abarca a todos los que creen, tanto a judíos como gentiles. En Jesucristo, Dios ahora está buscando a todo el mundo para que se salve. Los judíos van primeros, ya que con ellos Dios había establecido su pacto.

c.   Es revelación de la justicia de Dios. ¿Qué entiende Pablo por "justicia de Dios"? "La justicia de Dios es aquella virtud por la que Él destruye a sus enemigos, pero por la cual también regala a su pueblo el perdón, da la vida y salva de toda necesidad y peligro" (H.J. Jager). Dios realiza y cumple lo que ha dicho: Él castiga, pero también cumple sus promesas. "La justicia de Dios, en Rom 1,17, es aquel activo, poderoso y salvífico atributo de Dios por el que perdona los pecados y renueva la vida."

¿Y cómo se recibe el gran poder salvífico del evangelio? Por la fe. Nuestra vida comienza con fe y termina con ella. Después de nuestra conversión seguimos dependiendo de la gracia y de la justicia salvadora de Dios. "El justo solamente por la fe vivirá". Con esta cita de Habacuc, Pablo recalca que la fe siempre ha sido de importancia trascendental para vivir justos ante la presencia de Dios.

* El evangelio es algo tan hermoso; nos libra de la ira de Dios y nos predica la justicia salvadora por la cual podemos vivir.

4. (1,18-32) Es notable la palabra `porque' en los versículos 16 al 20. En el v.14 Pablo dice que él es deudor de todos para anunciar el evangelio. La razón de ésto, es el gran poder salvador que entrega el evangelio. Ahora, en el v.18 nos da otra razón para subrayar la importancia del evangelio: "La ira de Dios se revela desde el cielo", es decir: Dios ya está revelando su ira, entregando a los gentiles a la inmundicia (24). Pero su juicio no se limita a ellos. También se aplica a los judíos (incrédulos), pues "la ira de Dios se revela contra toda impiedad e injusticia de los hombres". Pablo menciona primeramente la palabra `impiedad'. Ella indica el menospreciar a Dios, mientras que `injusticia' significa más el resultado de esta impiedad en la vida de la gente, una conducta mala hacia los demás. La razón por la cual los hombres viven así, es que detienen, apresan o cautivan la verdad, que consiste en la revelación de Dios. No quieren vivir glorificando ni honrando al Creador y esto a pesar de que Él se manifestó por medio de las cosas hechas (vv. 19-21). Pese a que Dios no se reveló a todos en cuanto a su salvación, lo que Él manifestó en la creación es suficiente para que no exista ninguna excusa válida por no adorar a Dios. Las cosas invisibles, es decir, sus atributos como su eterno poder y divinidad se hacen visibles desde la creación a través de las cosas que fueron hechas: los hechos de Dios en la creación, en su providencia y en la historia. "Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos (Salmo 19,1)". En resumen, esta manifestación de la gloria de Dios es suficiente para echar por tierra toda excusa que los hombres presenten para no glorificar ni honrar a Dios. El no glorificar a Dios es un pecado tan grave que es castigado de dos maneras:

a.   Su castigo es que Dios les entregó a la vanidad. La voz pasiva "se envanecieron" y "su corazón fue entenebrecido" es una forma judía para expresar que Dios está actuando. Cuando rechazamos al Dios verdadero incurrimos en idolatría. Cuando el hombre rechaza a Dios, su razonamiento y corazón se entenebrecen no pudiendo pensar bien. El corazón del incrédulo es necio por haber abandonado la sabiduría de Dios, aunque piense que es sabio. El resultado es un cambio tremendo: la gloria de Dios es sustituída por la imagen de criaturas; es como si Dios no fuera nada más que una criatura. Y la necedad toma cada vez más la forma de algo inferior: hombre, aves, cuadrúpedos y reptiles.

b.   En segundo lugar Dios castiga el pecado, abandonando al hombre a pecados perversos. Él los entrega a abusos de sus propios cuerpos a través de relaciones sexuales con el mismo sexo. El hombre se hunde al nivel de los animales, tanto en su adoración como en su comportamiento moral. La `retribución' y castigo por deshonrar a Dios es la deshonra de sí mismo (v. 27). El castigo al "no aprobar" los consejos del Señor, es que Dios les entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen. Con un juego de palabras (aprobar-reprobar), Pablo muestra que esto es el resultado del pecado cuando la gente se cierra a la adoración a Dios. Entonces viven una vida censurable, no solamente con respecto a la vida sexual, también concerniente a la vida total en todas sus expresiones, en las cuales se revela sobre todo la maldad del pecado, tanto en lo que respecta a Dios como al prójimo. El pecado es robar a Dios la reverencia y al hombre su vida, su honra y su felicidad. El pecado según la descripción de Pablo es falta de amor, respeto y de misericordia (vv.29-31).

El pecador sabe en su interior que tal vida pecaminosa merece la muerte, sin embargo, no solamente vive en toda maldad, sino que también apoya a los que la cometen (v.32).

* El hombre, en su perversidad y rechazo a Dios, degenera en un animal; un animal gregario. Por eso necesita el evangelio de la pura gracia.

Síntesis aplicativa de temas importantes

1. En el evangelio, Dios nos llama al conocimiento de su Hijo para vivir en fe y obediencia. El evangelio son las buenas nuevas acerca de Jesucristo; mediante su muerte y resurrección, Dios nos restauró a la comunión con Él. No obstante, pese a la grandeza y la necesidad de esta obra, ella abarca aún más. El evangelio es el camino por el cual aprendemos a obedecer a Dios por la fe, mientras que el fin último de éste es que se manifieste la gloria de Dios. En nuestro evangelismo hemos de tener presente este mismo fin, la salvación de mucha gente para la gloria de Dios. El crecimiento de la iglesia nunca debe ser un fin en sí mismo, ni mucho menos la gloria de nuestro nombre personal o denominacional.

2. Nunca llegaremos a ser tan espirituales que no necesitemos de la comunión con los demás hermanos. Pablo quería visitar a la iglesia de Roma por varios motivos, entre ellos: para poder alcanzar desde allí al resto del mundo conocido, pero también para tener un encuentro fraternal con los miembros de la iglesia. Quería entregar lo mejor de sí mismo como apóstol, pero también necesitaba ser fortalecido en su vida con Dios por la fe de los hermanos. Los predicadores deben tener la misma actitud: estar abierto a lo que Dios les quiere entregar por la fe y testimonio de otros.

3. El evangelio es un mensaje único: nos libera de la ira de Dios en una manera en que Dios nos justifica permaneciendo Él mismo justo. Es un mensaje poderoso, ya que salva a los perdidos. Es un mensaje que se obtiene por la fe. "La fe es la mano que recibe lo que Dios promete". De un evangelio tan hermoso no tenemos que avergonzarnos. Todo lo contrario, prediquémoslo en el poder del Espíritu Santo.

4a. Toda mala relación entre los seres humanos es el producto que nace de una mala relación con Dios. El apóstol Pablo dice que la ira de Dios está dirigida en primer lugar a los hombres impíos, aquellos que deciden rechazar abiertamente  a Dios. Este quiebre en la relación con Dios desemboca en diversos males, siendo uno de ellos la gran injusticia que impera en nuestra sociedad. Es obvio pensar que si el hombre se desentiende de su deber de adorar al Creador omnipotente, luego no tendrá escrúpulo alguno para hacer mal a su prójimo. Es así como también dentro de la iglesia local podemos encontrar a gente impía, que revela su real condición ante Dios por albergar deseos malignos en contra de algunos hermanos. Podemos pensar entonces que si una iglesia vive envuelta en conflictos internos es porque quizás sus miembros no están practicando la verdadera piedad que es honrar a Dios con todo el ser.

4b. Muchos teólogos han deducido de este capítulo un conocimiento natural de Dios. Pablo no enseña aquí que a través de la creación se puede alcanzar un conocimiento necesario de Dios, no requeriendo de la luz de la revelación especial. A lo que Pablo se refiere es que la forma en la cual Dios se reveló a través de sus hechos, su creación, era suficiente para que el hombre no se disculpara al no dar gloria a Dios. Es culpable, pues la creación nos muestra que el Creador es mucho más que su creación.

  La idolatría moderna no es muy diferente: el hombre adora a sus ídolos (seres humanos) y a la materia, y no tiene interés en la gloria de Dios.

4c. Actuemos con misericordia frente a los que luchan contra sus pecados. Si Pablo habla de actos sexuales ilícitos como la homosexualidad, hemos de tomar en cuenta que estos pecados los relaciona con el castigo de Dios sobre aquellos que no le han glorificado. Por otra parte, no olvidemos que hay hermanos que luchan contra este pecado u otros pecados. Nunca alcemos nuestras voces para juzgarlos apresuradamente, sino que prestémosles ayuda a través de la oración y la misericordia activa.


 

Romanos 2

1. (2,1-16) En el capítulo anterior hemos visto que Pablo considera el evangelio como "poder de Dios para salvación"; la importancia del evangelio radica en que nos libra de la ira de Dios; Pablo dice en 1,18: "Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad". Los apósto­les siempre advirtieron a la gente de la ira venidera (Hechos 10,42; 17,31). Esto no lo hacían como método de intimidación, todo lo contrario, como una realidad ante la cual el evangelio tiene una hermosa respuesta.

  Desde 1,18-1,32 Pablo explicó que Dios castiga los pecados de los gentiles, entregándolos a la inmundicia y degradación. Por ejemplo, pecados en el terreno sexual y la idolatría (= hacer que la criatura sea Dios). Dios castiga y va a castigar los pecados para el juicio final.

A. El juicio de Dios es inevitable (1-4)

En el cap. 2, Pablo declara que Dios castiga todas las formas de pecados, no sólo los de los gentiles que viven en pecados perversos, sino también de aquellos que son moralistas y pretenden vivir mucho mejor. También tiene en mente a los judíos. Había mucha gente que estaba de acuerdo con Pablo en cuanto al comportamiento de sus contemporáneos, juzgando sus vidas. Sin embargo, Pablo quiere decir: "No digas demasi­ado rápido `amen'", como lo hacía esta clase de gente. Si uno piensa que por considerarse mejor que el resto, escapará en el último día, se está equivocando. Por eso Pablo dice `oh hombre', si juzgas a los demás, esto no te  salva, "pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo, porque tú que juzgas haces lo mismo". El que juzga a otros debe estar seguro que no está cometiendo exactamente el mismo error. Porque, si hacemos lo mismo, sufriremos el mismo juicio. "Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad de lo que hemos hecho". Aquí Pablo recuerda que el juicio de Dios es diferente del juicio de los hombres. Podemos pensar que nuestro juicio es apropiado y nuestro veredicto justo, sin embargo, el juicio de Dios es según nuestra actitud real. Él nos da lo que merecemos; no nos trata de acuerdo a nuestras normas y criterios, sino que conforme a su justicia.

  Tampoco podemos escapar del juicio de Dios recurriendo a su amor, sin arrepentirnos. "¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?" Si decimos sin arrepentimiento: "Dios es amor, no nos castigará", es abusar de su amor; un menosprecio de su bondad, de su paciencia y de su indulgencia. Porque la pacienci­a y la indulgencia de Dios no significan que Él desiste de castigarnos, sino que nos brinda la oportunidad de convertirnos a Él (comp. 2 Pedro 3: "El es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimien­to").

B. El juicio de Dios es justo (5-11)

Es muy peligroso abusar del amor de Dios, porque es seguro que Él pagará a toda la gente por lo que ellos merecen. Abusar del amor de Dios es negar la buena oportunidad de poder convertirse a Él, es negar la riqueza de la bondad de Dios, y en vez de eso atero­sar ira para el día de la ira. Porque Dios pagará: "Vida eterna a los que, perseverando en hacer bien, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia". Pablo no predica aquí la vida eterna por medio de las buenas obras, pues él no habla aquí de la salvación por gracia, sino que quiere sólo decir que Dios es justo y no da la vida eterna a los pecadores que abusan de su paciencia y amor. Si esperamos escapar del juicio apoyándonos en nuestra correcta conducta, caminamos por un callejón sin salida. Toda la gente necesita de la gracia de Dios, y Él no hace diferencia. Los gentiles no reciben castigo solamente porque son gentiles, y los judíos no reciben la vida eterna sólo por ser judíos. "No hay acepción de personas para con Dios".

C. El juicio de Dios es imparcial  (12-16)

Paulatinamente, Pablo se dirige cada vez más a los judíos. Ellos partían de la idea que eran diferentes puesto que tenían la ley de Dios y por tanto recibirían un trato especial. Pablo refuta este argumento diciendo que es verdad: los gentiles que no tienen la ley perecerán sin ley, pero tenerla simplemente (de lo cual se jactaban los judíos) no es garantía de salvación, al contrario aumenta la responsabilidad en el juicio, y ello: "Porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley los que serán justificados". Una vez más, Pablo no predica la salvación por obras, sino que se pone en la posición de los judíos. Si piensan que se salvarán por tener la ley, se equivocan. Si pretenden guardarla y se empeñan en eso, perecerán igualmente, puesto que todos deben saber que no existen hacedores de la ley; por eso todos necesitan de la gracia de Dios. Por Jesucristo, Dios juzgará al mundo y Él nos conoce hasta lo más íntimo de nuestro ser.

2. (2,17-29) Tú que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo?

Pablo quiere hacernos ver cuán necesaria es la obra de Jesús y la fe en Él; fuera de Él no hay más que ira de Dios para todos, sin excepción: judíos y gentiles, también cristianos. Por eso necesitamos el evangelio, porque es ¡poder de Dios para salva­ción!

  El apóstol se dirige a los judíos. Ellos pensa­ban que el mensaje de Pablo no se aplicaba a sus vidas. Como judíos consideraban que tenían tantas ventajas, que no necesitaban de este mensaje. Pues, ¿cuáles eran sus ventajas? Ellos tenían la ley de Dios, conocían su  voluntad, sabían como debían vivir. Por eso, eran guías de ciegos e instructores de indoctos. Por tanto deducían ellos, que Pablo no podía decir nada negativo de los judíos, ya que éstos era muy privilegiados. ¿Cuál era el peligro para los judíos? El peligro es el de no aplicar la palabra de Dios a nuestra propia vida: "Tú que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo?". Por medio de la enseñanza de la palabra de Dios, fácilmente se puede acusar a otras personas, pero no a sí mismo. Tal modo de proceder es peligroso. Por eso Pablo dice: "Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas? Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adúlteras?" (Y sabemos que Jesús dice que podemos adulterar en nuestro corazón). "Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio?" Los judíos abominaban los ídolos, pero no les desagradaba el robar en los templos paganos. En una palabra: ellos  predicaban pero no practicaban. Por medio de su conducta ellos deshonraban a Dios. De esta manera el nombre de Dios era blasfemado entre los gentiles.

La última arma de los judíos: la circuncisión

Los judíos podrían objetar: "Pablo, usted nos acusa, y por lo tanto necesitaríamos el evangelio como los gentiles, pero usted a olvidado que somos el pueblo de Dios; ¡estamos circuncidados!; tenemos el sello del pacto de Dios; es seguro que entraremos en el reino de Dios". Pero la circun­cisión no salva. Es necesario preguntarse: ¿Cómo es la vida, cómo son las obras? Sin una vida conforme a la ley de Dios, la circuncisión no salva. "Tu circuncisión viene a ser incircuncisión". Al contrario, cuando los gentiles (sin circuncisión) viven con­forme a la ley de Dios, su incircuncisión será tenida como circuncisión. Pablo no quiere decir que vivir conforme a la ley de Dios es realmente posible, sino por decirlo así. La circunci­sión no salva sin una vida conforme a la ley de Dios. En un sentido: sí hay personas que en sus principios de vida ya viven conforme a la ley de Dios, sin circuncisión, pero con la del corazón. Eso es la conversión a Dios por medio de su Espíritu Santo en la que Él nos restaura a la imagen de su Hijo. Esa es la verdadera circuncisión. Por demás está decir que la circuncisión por sí misma no salva. Todos necesitan el evangelio de Jesucristo: la salvación por medio de su sacrificio expiatorio.

Síntesis aplicativa de temas importantes

1a. A menudo nos enojamos mucho contra los pecados de otras personas. A veces nos hacemos culpables de los mismos pecados que condenamos en otros, tal como en el caso de David después de haber cometido adulterio con Betsabé. Cuando el profeta Natán le dijo: "Tu eres aquel hombre," David no se daba cuenta que había procedido mucho peor que el rico de la parábola. ¡Increíble, pero David no lo veía! Pero no lo digamos demasiado rápido, porque somos iguales. Eso ocurre también muchas veces con nosotros: condenamos a la gente y nos irritamos cuando escuchamos que otros no quieren perdonar a sus semejantes, ¿pero nosotros no caemos en el mismo mal? Probablemente nos irri­temos con una persona que se porta mal en el tránsito, ¿pero nuestra conducta es siempre correcta?

1b. ¿Admiramos el amor de Dios que aún no ejecuta su juicio definitivo sobre el pecado, o jugamos con él? ¿Decimos: ¡oh Señor, qué bueno eres tú, que no me has castigado, pero me das la oportunidad de vivir por la fe!, ¿o damos ésto por sentado sin arrepentirnos? Si Dios ha prolongado su tiempo de gracia para la humanidad es a fin de mostrar cuán paciente es para con el pecador. Pero algunos peligrosamente creen que le es posible al hombre vivir su vida como quiera, pero que en el último instante de su existencia puede pedir perdón a Dios, y así tener vida eterna. Mas para quien piensa de este modo, sólo se engaña pues nadie puede manejar la paciencia de Dios, que detiene su juicio sobre esta tierra, creyendo que ella es licencia para pecar.

  Ahora es el tiempo para que todos los hombres, incluso los que pretenden vivir una vida moralmente elevada, acudan a Cristo, ya que fuera de Él solamente se hallarán culpables y sentenciados a muerte eterna. Alabemos a Dios, quien en su misericordia todavía prolonga el tiempo de gracia para que el hombre se arrepienta y le busque sinceramente.

1c. Tenemos el gran privilegio de conocer tanto la ley de Dios como el evangelio. ¿Apreciamos todas las bendiciones de Dios en su justo valor, de modo que nazca en nosotros un gran amor hacia Él a causa de su gracia? Ser privilegiado aumenta altamente nuestra responsabilidad. Los judíos pensaban que el simple hecho de ser poseedores de la ley de Dios era una señal irrefutable de que eran hijos de Dios y por tanto herederos de la vida eterna, pero el tener escrita la voluntad de Dios aumentaba su responsabilidad. Sería un grave error para los creyentes que comenzasen a jactarse de que tienen la revelación de Dios, y que cada domingo la escuchan en la predicación pensando que por ello son salvos. Tener la revelación de Dios es un privilegio sin igual, pero el sólo hecho de tenerla no nos asegura la vida eterna; sólo el obedecerla a través de Espíritu Santo puede librarnos de la ira venidera.

2a. ¿Qué perfecciones de Dios reflejamos a través de nuestras vidas? Sobre todo para aquellos que estudian la Biblia meticulosamente y la enseñan a otra gente, deben preocuparse de hacer práctico lo que ellos mismo están aleccionando. El peligro es que nos olvidemos de aplicar la palabra de Dios a nosotros mismos. Por eso: ¿Cómo leemos la Biblia? ¿La aplicamos primeramente a nuestras propias vidas?

2b. Un mal ejemplo de vida cristiana dificulta el trabajo evangelístico. ¿Por qué evangelizar se torna a veces tan difícil? Porque la gente dice: "Cuando yo veo a los miembros de la iglesia, ¿qué atractivo tienen? Creo que muchos de ellos son hipócritas, ya que no viven con­forme a lo que predican. Hablan del amor, ¿pero dónde está su amor? No observo en sus vidas que ellos sean diferentes a nosotros". Lo dicho es una pena, en el fondo es invalidar para la gente la poderosa Palabra del Señor con una mala conducta.

2c. No somos hijos de Dios por nuestra identidad eclesiástica, sino por la fe en Jesús. Podemos descansar demasiado en las bendiciones como ser bautizados, ser miembros de una iglesia, o trabajar en la obra de Dios, pero nada aparte de la fe en la obra salvadora de Jesús nos da la salvación. Todos necesitamos al Señor Jesús. Cuando la Palabra ha producido un cambio real en la vida de un hombre, entonces ahí nace un verdadero judío circuncidado en su corazón.


continuara

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